Ya que la temporada de sandías está en pleno auge y la temporada de arándanos no muy lejos, los trabajadores migrantes comienzan sus rutas de trabajo estacional recorriendo los condados del norte-centro de Florida. Sin embargo, no vienen solos: sus familias, que dependen del ingreso que proporcionan estos trabajos, acompañan a los trabajadores mientras migran.
Según Victoria Gómez de la Torre, supervisora del programa educativo para migrantes de Alachua y múltiples condados [Alachua Multiple-County Migrant Education Program], la migración constante puede tener efectos perjudiciales en el logro educativo de los niños que siguen a sus familias de condado en condado y de estado en estado.
Gómez de la Torre dijo que este programa tiene como objetivo satisfacer las necesidades de los niños en educación como en áreas que pueden obstaculizar su desarrollo si se manejan incorrectamente, como la nutrición y la salud.
“No puedes enseñar o educar a un niño que no tiene comida en casa, que está enfermo, que tiene problemas”, dijo Gómez de la Torre. “Intentamos proporcionar referencias a servicios médicos, referencias a servicios sociales y luego, obviamente, nos enfocamos en las necesidades académicas”.
Desde que el gobierno federal creó el MEP a nivel nacional en 1966, el programa ha evolucionado en el norte-centro de Florida como un consorcio de 13 condados, que incluyen: Bradford, Citrus, Clay, Columbia, Dixie, Flagler, Gilchrist, Hamilton, Levy, Marion, St. Johns y Union. Una colección similar de condados también sirve a la región del Panhandle de Florida, pero el consorcio de Alachua y múltiples condados es el más grande del estado.
El programa identifica posibles familias migrantes durante la inscripción escolar. Si una familia indica una ocupación relacionada con la agricultura, la pesca, la ganadería o el procesamiento de alimentos, entonces esas familias son referidas a Gómez de la Torre, quien realiza entrevistas y cuestionarios para determinar si califican como parte de la población a la que sirven.
“Nuestro programa es el que determina si una persona califica para un programa o no”, dijo Gómez de la Torre. “No depende de la escuela decidir, ‘Oh, él viene de México o de Venezuela, así que es un migrante’. Puede ser un inmigrante, pero para calificar para el programa, hay criterios específicos en cuanto a lo que hacen”.
Según el sitio web del MEP de Alachua, un niño migrante se define como “uno que tiene menos de 22 años y no tiene un diploma de escuela secundaria, que se mudó, ya sea por su cuenta o con un padre, guardián o cónyuge a través de fronteras del distrito/estado en los últimos 36 meses con el fin de obtener/buscar empleo temporal o estacional en actividades de agrícolas, pesqueras o de procesamiento de alimentos”.
Gómez de la Torre dijo que uno de los desafíos para los inmigrantes latinoamericanos era el papel de los padres en la educación, especialmente los trabajadores inmigrantes que culturalmente tienen una idea diferente de cómo funciona la escolarización.
“En Latinoamérica, la escolarización es responsabilidad de la escuela”, dijo Gómez de la Torre. “Entonces, el trabajo de la familia es poner comida en la mesa y techo sobre sus cabezas y el trabajo del maestro es educar a los niños … Tratamos de hacerles entender que aquí es más o menos 50/50, tienen que estar muy involucrados en su educación”.
Aunque muchos trabajadores agrícolas migrantes tienden a ser inmigrantes hispanos, Laura Ritonia, la coordinadora académica de 62 años para estudiantes de secundaria y preparatoria, dijo que el MEP no es lo mismo que el programa de inglés como un segunda idioma [English Second Language] y afirmó que muchos beneficiarios del MEP no son inmigrantes en absoluto.
“Una gran parte de nuestros estudiantes son estadounidenses blancos, y sus familias trabajan en la pesca”, dijo Ritonia. “Entonces, en el condado de Citrus y el condado de Levy … tenemos varios niños que están en la escuela, pero tienen interrupciones en su educación debido al hecho de que se suben a los barcos y cruzan las aguas del distrito”.
Ritonia dijo que el MEP es importante para esta población de niños porque tienden a tener historias educativas tumultuosas. Algunos niños pueden pasar por tres escuelas diferentes en un año escolar dado, ella explicó.
“Nuestros estudiantes tienen un mayor riesgo de no graduarse o de no completar la escuela”, dijo Ritonia. “Por lo general, provienen de hogares de bajos ingresos, y, por supuesto, sufren interrupciones en su educación … Vemos niños que llegan al país que tal vez hayan terminado la escuela en tercer grado, pero tienen la edad para estar en octavo”.
Ritonia también dijo que el programa lleva un registro de los niños mientras migran entre consorcios del MEP, ya sea dentro o fuera del estado.
“Acabamos de enterarnos de que un estudiante se había ido del condado de Hamilton y se había trasladado al condado de Madison”, dijo Ritonia. “Es un joven del que estamos preocupados. Está en el 11º grado, así que acabo de dejarle un mensaje de voz pidiéndole que me llame para asegurarnos qué esté inscrito. Seguimos a nuestros niños”.
Desde la pandemia de COVID-19, el mayor problema compartido tanto por la educación primaria como secundaria parece ser la ausencia en la escuela, siendo la ausencia injustificada el mayor problema entre los estudiantes de escuela secundaria según Ritonia.
Edith Sanchez, la coordinadora académica de 61 años del programa para preescolares y estudiantes de primaria, dijo que el programa trabajaba en estrecha colaboración con las escuelas.
“No podemos proporcionar servicios sin el permiso o la autorización de las escuelas y los maestros”, dijo Sanchez. “Por lo tanto, necesitamos trabajar muy de cerca con los maestros. Ellos determinan cuáles son las necesidades académicas para trabajar con los niños”.
Además de ser coordinadora académica, Sanchez es una de las tutoras del programa. Visita familias para ayudar a los padres a interactuar con sus hijos, proporcionándoles tarjetas didácticas y actividades para mantener la interacción durante toda la semana.
Sanchez también ayuda con tareas médicas que para una familia estadounidense pueden parecer mundanas, pero que para una familia migrante pueden ser confusas.
“Es parte de nuestro trabajo explicar a los padres cómo son los procesos”, dijo Sanchez. “Quizás los padres necesiten saber cómo programar una cita con el médico … cómo escribir una excusa si el estudiante está enfermo en casa”.
El MEP ha tenido varias historias de éxito. Ritonia, la coordinadora académica para la educación secundaria, dijo que tres estudiantes que se graduaron del programa fueron aceptados en las universidades Muhlenberg y Lafayette. Muchos más se han quedado en Gainesville y han ido a Santa Fe para sus programas de aprendizaje de electricidad y HVAC.
“Esa es mi meta”, dijo Ritonia. “Para sacarles de la escuela, graduarse y en la escuela terciaria o en algo que sea significativo para ellos y su comunidad”.
Contacte a Eluney Gonzalez a egonzalez@alligator.org. Síguelo en Twitter @Eluney_G.